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Galerie Art Lab Project. Stufenbau. Berna. Suiza. 2 Febrero-26 Marzo 1999.

Galeria Ediciones 491. Barcelona. 23 Septiembre-9 Octubre 1999.

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Cianotípia: Técnica común a principios de siglo que consiste en emulsionar el soporte fotográfico con sales de hierro, exponiéndolo directamente a la luz. El tiempo de exposición determinará la intensidad de la imagen. Cristina Ortiz utiliza el elusivo medio de la fotografía como punto de partida para sus proyectos creativos. Quizás para estructurar sus esfuerzos y a la vez transcender las fronteras del medio, la artista se concentra en el uso constante de la cianotípia, técnica que le ofrece mayor posibilidad de manipular el soporte y que, al controlar físicamente el tiempo de exposición, le permite también incorporar la noción de tiempo «real» en la obra. La elección de la cianotípia es crucial ya que, para Ortiz, el proceso creativo toma lugar antes y después del disparo del obturador, nunca limitándose a la mera transcripción de lo que la cámara ve. La artista sistemáticamente «pervierte» la lectura de la lente con la ayuda de elementos ajenos al medio, como el uso de papel vegetal como soporte o la posterior inmersión de las imágenes en parafina y cera, transformando y congelando así el resultado final.

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A pesar de que Ortiz desarrolla su producción en series que agrupa en torno a planteamientos diversos podemos descubrir un hilo conductor que unifica su obra. Desde «No hi ha paisatge» (1994) hasta las más recientes «Anthropos I» (1997) y «Anthropos II» (1998) pasando por «Madres e hijas» (1996) queda patente el interés de la artista por establecer la posición del hombre en su entorno. Ortiz se vale del cuerpo humano para construir imágenes que pueden ser leídas a modo de paisaje, transformando así los contornos del cuerpo en entorno a explorar.

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Galerie Art Lab Project. (1999)
Galerie Art Lab Project. (1999)

En «Foto-Emprentes» (1999) se produce una simplificación de la propuesta. La artista nos presenta imágenes que a primera vista parecen más abiertas y menos construidas que en su obra anterior. Por la mayor abstracción de su tono, más que mostrar estas imágenes sugieren. Su singularidad radica en que éstas carecen de punto focal, de centro. Nos vemos entonces forzados a pasear la mirada, a deambular por el paisaje que se conforma en la imagen mediante recortes aparentemente arbitrarios. Como si recorriésemos los rincones de una familiar y al mismo tiempo extraña geografía, nos transformamos en arqueólogos. Es a partir de este instante que debemos recurrir a la experiencia propia para descifrar las huellas dejadas sobre la imagen y hallar su sentido.

Albert Potrony. Febrero de 1999.