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Ghost es una serie de fotografías que inicié en 2022. En febrero de 2023 ha finalizado en un libro autoeditado de edición limitada de 100 ejemplares firmados y numerados.

VIDEO DEL LIBRO GHOST

Prólogo de David Casassas

En algunos lugares del litoral norte catalán, dicen que “llongada” es ese espacio luengo, dilatado en el espacio y a veces también en el tiempo, hecho de oleaje y arena mojada, que separa la playa del mar. Cremallera entre dos mundos que nunca existirían solos, en él se levantan objetos y figuras que, a base de observarlos, permiten extraer de la realidad preguntas que exigen preguntas sin respuesta y que permiten ir cosiendo las costuras de un mundo que espanta como una aparición y reclama como el mar.

Ahí decidió situarse Cristina Ortiz cuando, hace años ya, tomó la cámara con todas sus consecuencias. En los intersticios, en los límites entre lo que parece que conocemos y lo que se abre como una incógnita que invita a pasar, que impulsa a, revelando, llegar a desvelar. Y de ahí los fantasmas, porque los fantasmas no son mera fantasmagoría: los fantasmas son comparecencias que tienen la delicadeza de evaporarse para dar paso a las presencias que fulguran incandescentes en cada átomo de esa realidad que arde porque cuando la miras, cuando te detienes a mirarla, se enciende y resplandece como todas las piras de todas las fiestas y de todos los sacrificios.

Frágiles, precarios, enclavados en las llanuras desoladas donde habitan quienes deciden esperar la borrasca de cara y con una sonrisa entre los labios, aparecen los fantasmas: caminantes denodados, bañistas y corredores batiéndose en oleada, edificios colosales, la montaña que duerme. Aparecen los fantasmas y, como siempre, nosotros somos ellos y ellos somos nosotros. Pero cuidado: nunca en Cristina Ortiz el vaciado, la ausencia es deserción del ser, sino invitación a la mirada despojada de artificio, a la mirada dirigida al corazón de las tinieblas, donde aparecen las figuras, no se sabe bien si humanas, que sostienen las estacas que sostienen las figuras que apenas se sostienen.

Y ahí emerge todo un orden que se resume en una sola cosa: estamos ahí, plantados ante un mundo que se abre en canal como un monstruo moribundo. Bien mirado, no es otra cosa que el preludio del colapso. Pero estamos ahí, y nada lo pone más de manifiesto que esas imágenes huidizas y dislocadas. Como los espectros, fantasmas y espantajos, las figuras de la “llongada” rasgan el gran lienzo de la realidad para mostrarnos que estamos aquí, rotundamente aquí. A pesar del derrumbe y la agrura de los meandros de la arena y de la sal.Y que no estamos solos: en el festival de la materia, que nos conquista y nos condena de uno en uno, somos muchos y, por ello, hay un nosotros sin el que difícilmente nos percataríamos de un naufragio que es tan colectivo como el atisbo de salvación.

David Casassas